El próximo 17 de enero llegará a los cines Babygirl, un arriesgado thriller erótico dirigido por Halina Reijn y protagonizado por Nicole Kidman.

La cinta, catalogada como una de las más controversiales del año, explora el poder, el consentimiento y las relaciones laborales desde una perspectiva provocadora e incómoda.

Kidman interpreta a Romy, una ejecutiva del sector de la inteligencia artificial que, tras una vida de perfección familiar y profesional, sucumbe a un tórrido romance con Samuel, un becario interpretado por Harris Dickinson.

Entre diálogos cargados de ironía y escenas que rompen tabúes, como la secuencia inicial donde la protagonista se masturba viendo porno.

Babygirl desafía las convenciones y juega con las expectativas del espectador.

Babygirl transgrede los roles tradicionales

Con ecos de películas como Instinto Básico o Atracción Fatal, Reijn aborda temas espinosos como el abuso de poder, invirtiendo los roles tradicionales. En este caso, es Romy quien utiliza su posición como jefa para entablar una relación con Samuel, una narrativa que descoloca y obliga a reflexionar.

Además, el filme mezcla humor, crítica social y momentos musicales icónicos, como el uso de Dancing on My Own de Robyn o Father Figure de George Michael en escenas cargadas de simbolismo y exageración visual.

Con un elenco que incluye a Antonio Banderas como el esposo de Nicole Kidman y Sophie Wilde como su mano derecha en la empresa, Babygirl promete ser un estreno imperdible para los amantes del cine transgresor.

La película no solo ofrece un festín visual y narrativo, sino que también desafía las normas sociales desde una perspectiva audaz y juguetona.

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